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Galia Bélgica
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Galia Bélgica
Provincia del Imperio romano
Belgica SPQR.png
Datos generales
Fundación Creada en 27 a. C.
Capital Reims
Fronteras
* Gallia Lugdunensis (oeste)
*Germania Superior (sur y este)
*Germania Inferior (norte)
Administración
Emperador Creada bajo Augusto
Correspondencia actual Bélgica, Luxemburgo y
norte de Francia
La provincia romana de Gallia Belgica estuvo localizada en la parte sur de los hoy Países Bajos, y además ocupaba a Luxemburgo, el noreste de Francia y el oeste de Alemania. Los habitantes nativos, los belgas, era unan mezcla de celtas y tribus germanas.
En la campañas en las Galias, el general romano Julio César derrotó a los belgas y se hizo con el control del país. De los belgas dejó inicial testimonio de su bravura: "Los más valientes de todos son los belgas, porque viven muy remotos del fausto y delicadeza de nuestra provincia; y rarísima vez llegan allá los mercaderes con cosas a propósito para enflaquecer los bríos; y por estar vecinos a los germanos, que moran a la otra parte del Rin, con quienes traen continua guerra."
En el año 27 a. C. el emperador Augusto dividió el territorio en el norte de los Alpes en tres nuevas provincias: Gallia Aquitania, Gallia Lugdunensis, y Gallia Bélgica.
[editar] Organización de la provincia
En el año 17 a. C. el gobernador de la provincia Marcus Lollius fue vencido por los sugambros, el águila dorada de la V Legión Alaudae fue robada y esto se consideró una humillación en Roma. El emperador envió a sus hijos adoptivos Tiberio y Druso a Germania a pacificar las tribus. Dos provincias militarizadas al oeste del río Rin fueron creadas para proteger a la Gallia Belgica, y el gobernador de esta tuvo un poder titular sobre estas dos nuevas provincias. Para crearlas, a la Gallia Belgica se le despojó de territorios en el norte y el este, que se le asignaron a las provincias de Germania Inferior y Germania Superior respectivamente. Por su parte la frontera sur de la Gallia Belgica se extendió más, a costa de la Gallia Lugdunensis. La reorganizada provincia recibió la ciudad de Reims, que se convirtió en su capital.
En el año 254 el limes de la Germania Superior fue perforado por los germanos de la otra orilla del Rin, y hacia el año 259 se produjo el ingreso de importantes contingentes bárbaros en la Gallia Belgica. Entre los años 268 y 278 el interior de la Galia es saqueado y algunos grupos llegan hasta Hispania. Recién hacia el año 278 la frontera es restablecida por el emperador Probo.[1]
[editar] Reino merovingio
En el siglo V de nuestra era la Gallia Belgica ya no estaba bajo jurisdicción romana. Después de soportar oleadas de invasiones de francos, alamanes y sajones, así como formar parte del Imperio Galo para ser reconquistada por el emperador romano Aureliano, la provincia terminó siendo parte del reino merovingio de Clodoveo I. En el siglo VIII, la provincia fue el corazón del imperio de Carlomagno. Al morir el hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, la provincia se divide entre las que se convertirían en las futuras naciones de Alemania y Francia.
[editar] Referencias
1. ↑ DUTOUR, THIERRY (2003), La ciudad medieval. Orígenes y triunfo de la Europa urbana. — Paidós, Buenos Aires, 2005, pág. 82. ISBN 950-12-5043-1
Obtenido de «http://es.wikipedia.org/wiki/Galia_B%C3%A9lgica»
Categoría: Provincias romanas
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Belga
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Los belgas (en latín Belgae) son un pueblo antiguo, asentado en Europa occidental poco antes de la era cristiana, particularmente en la Galia septentrional. A ellos se debe el nombre de la provincia romana Gallia Belgica y a la Bélgica moderna, donde se les conoce como los «antiguos belgas». Según Estrabón, sus dominios se situaban entre los ríos Rin y Loira, y según Julio César estaban separados de los celtas o galos por el río Marne.
Así describe Julio César los pueblos que habitaban la Galia en De Bello Gallico:
Gallia est omnis divisa in partes tres, quarum unam incolunt Belgae, aliam Aquitani, tertiam qui ipsorum lingua Celtae, nostra Galli appellantur. Toda la Galia está dividida en tres partes: una la habitan los belgas, otra los aquitanos y la tercera aquellos que en su propia lengua se llaman celtas y a los que nosotros llamamos galos.
Prosigue precisando en su célebre «elogio» del pueblo belga que los belgas son los más fuertes («Horum omnium fortissimi sunt Belgæ») de estos tres pueblos porque, al ser los más alejados de la cultura y civilización romana, «los mercaderes llegan rara vez a ellos a propósito con esas cosas que afeminan los ánimos».[1] Asimismo, explica que los belgas (del norte) descendían de tribus que habían atravesado el Rin mucho tiempo atrás. Según él, los belgas habían adquirido una ruda reputación al haber luchado contra los germanos. La arqueología moderna, sin embargo, contradice al César: los belgas no sólo no estaban en absoluto atrasados sino que incluso habían llegado a introducir las primeras monedas en (Gran) Bretaña.[2]
Tácito revela que el pueblo nervio rechazó ser llamado «galo». Esta actitud era probablemente la misma en la mayor parte de las tribus belgas del norte.
Contenido
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* 1 Origen
* 2 Conquista de los belgas
* 3 Los belgas fuera de la Galia
* 4 Etimología
* 5 Referencias
[editar] Origen
Los belgas fueron considerados durante mucho tiempo como un pueblo galo o como un pueblo germano dominado por una aristocracia gala (esta última hipótesis se debe a que los nombres de los jefes belgas tenían afinidades con los nombres celtas en lugar de tenerlas con los nombres germánicos). Actualmente, unos análisis más precisos de los nombres de sus tribus, jefes y dioses permiten establecer las siguientes hipótesis:
* algunas tribus eran realmente galas (remos, belóvacos, atrébates,...);
* otras muestran características germánicas (nervios, aduáticos, condrusos, menapios, mórinos,...);
* algunos autores establecen un tercer grupo de tribus ni galas ni germanas, sino con afinidades itálicas (pemanos, menapios,...).
Los nombres de sus jefes eran de origen galo e indicaban su rango. Esto se puede asimilar a los nombres de cargos militares modernos como general, coronel, capitán, que aun teniendo origen francés o latino se emplean en lenguas no romances como el alemán, neerlandés, etc. Esto evidencia la afinidad cultural de los belgas con el mundo celta.
Cabe preguntar acerca de la naturaleza misteriosa del tercer grupo. Un análisis de la toponimia de la región ha permitido suponer que estos pueblos ocupaban al principio la parte de la región comprendida entre el río Aisne y el Weser antes de sufrir la presión de los celtas y germanos. Lo que se conoce de su idioma muestra numerosas afinidades con las lenguas indoeuropeas del sur de Europa, particularmente con las lenguas itálicas. Esto puede parecer extraño a primera vista, pero no es del todo inverosímil. Antes de su emigración al sur, los itálicos debían permanecer en Europa central, cerca de los germanos y eslavos como bien refleja el amplio vocabulario común entre estos grupos. No es imposible que una parte de ellos se dirigiera al noroeste mientras que el resto emigraba a la península italiana.
Aparte de esta tercera lengua misteriosa, esta reciente interpretación lingüística sugiere con vehemencia que la antigua Bélgica ya había sido atravesada por una frontera lingüística. El emplazamiento medieval, bien atestiguado, parece lógico.
[editar] Conquista de los belgas
Julio César conquistó a los belgas a partir del año 57 a. C. En sus escritos relata que los belgas estaban armándose y conspirando en respuesta a sus conquistas anteriores, y con el fin de responder a esta amenaza reclutó dos legiones y ordenó a sus aliados galos heduos invadir el territorio de los belóvacos. Temerosos de la superioridad numérica y la valentía de los belgas, al principio evitó una batalla abierta y recurrió principalmente a escaramuzas de caballería para tantear sus puntos fuertes y débiles. Una vez convencido de que sus tropas estaban a la altura de las de los belóvacos, acampó en una colina protegida por una ciénaga enfrente y el río Aisne detrás, cerca de Bibracte (entre las actuales ciudades de Laon y Reims) en el territorio de los remos.
Los belóvacos atacaron pero fueron repelidos tras una dura batalla. A sabiendas de que no podían desalojar a los romanos y de la llegada de los heduos a las tierras de los belóvacos, éstos decidieron disgregar sus fuerzas y regresar a sus propias tierras. Cualquiera que fuera la primera tribu en ser atacada por César, las demás acudirían en su ayuda. Levantaron el campamento poco antes de media noche. Al amanecer, satisfecho de que la retirada no era una trampa, Julio César envió tropas de caballería para hostigar a la retaguardia, y tras ella tres legiones. Murieron numerosos belóvacos.
César penetró en el territorio de los suesiones y asedió Noviodunum (Soissons). Al ver las armas de asedio romanas, los suesiones se rindieron, y César centró su atención en los belóvacos, que habían retrocedido a la fortaleza de Bratuspancio (entre Amiens y Beauvais). Enseguida claudicaron, como lo hicieron también los ambianos.
Los nervios, junto con los atrebates y viromanduos, decidieron luchar (los atuátucos también habían acordado unirse pero en ese momento aún no habían llegado). Se camuflaron en la espesura del bosque y atacaron la columna romana en el río Sabé (lat. Sabis, aunque se pensaba que era el actual río Sambre, actualmente se toma como más probable el Selle). Su ataque fue tan rápido e inesperado que algunos de los romanos no tuvieron tiempo de quitar la cubierta de su escudo o siquiera para ponerse el casco. El elemento sorpresa dejó a los romanos brevemente expuestos. Sin embargo, César asió un escudo, marchó a la primera línea de combate y rápidamente organizó sus tropas. Las dos legiones que cargaban con el equipo en la retaguardia llegaron y contribuyeron a cambiar el curso del combate. César dijo que los nervios quedaron prácticamente aniquilados en la batalla, y es efusivo a la hora de hablar de su valentía, llegando a llamarles «héroes» (véase Batalla del Sabe).
Los atuátucos, que llegaban en ese momento, volvieron atrás al oír las noticias de la derrota de sus aliados y retrocedieron a una fortaleza, fueron asediados y finalmente claudicaron y entregaron las armas. Empero, la rendición era una estratagema, y los atuátucos, armados con armas que habían escondido, intentaron fugarse por la noche. Los romanos, que tenían una posición aventajada, mataron a cuatro mil de ellos. Los demás, unos cincuenta y tres mil, fueron vendidos como esclavos.
En el año 53 a. C. los eburones, dirigidos por Ambíorix, junto con los nervios, menapios y mórinos, se rebelaron de nuevo y acabaron con quince cohortes, sólo para ser sofocados por César. Los belgas lucharon en la sublevación de Vercingétorix en 52 a. C.
Tras su subyugación final, César combinó las tres partes de la Galia, el territorio de los belgas, celtas y aquitanos formando una sola provincia difícil de manejar (Gallia Comata, 'Galia cabelluda') que fue reorganizada por el emperador Augusto en sus divisiones culturales tradicionales. La provincia de Gallia Belgica se extendía desde el mar del Norte hasta el lago Constanza (Lacus Brigantinus), lindaba al este con el Rin, contenía partes de lo que actualmente es el oeste de Suiza y su capital estaba situada en la ciudad de los remos (Reims). Bajo Diocleciano, Belgica Prima (capital, Augusta Trevirorum, Tréveris) y Belgica Secunda (capital Reims) formaban parte de la diócesis de la Galia.
[editar] Los belgas fuera de la Galia
En tiempos de Julio César, los belgas habían cruzado el Canal de la Mancha, llegando al sur de Gran Bretaña.[3] César cuenta que cruzaron el canal como invasores y que sólo después se asentaron en la isla.
Se han hallado numerosas monedas de los ambianos de mediados del siglo II a. C. en el sur de Gran Bretaña y en Kent se han desenterrado los restos de lo que podría ser un fuerte belga.[4] En tiempos que Julio César podía rememorar, un rey de los suesiones llamado Diviciaco no sólo era el rey más poderoso de la Galia Bélgica sino que sus dominios llegaban a parte de Gran Bretaña. Comio de los Atrébates, antiguo aliado de César, huyó a Gran Bretaña tras participar en la rebelión de Vercingétorix y se unió o bien estableció una rama británica de su tribu. A partir del desarrollo de las imágenes en sus monedas, parece probable que, para cuando Roma conquistó Gran Bretaña, algunas de las tribus del sureste de la isla eran belgas o estaban gobernadas por una aristocracia belga. Entre las posteriores civitates (divisiones administrativas) de la Britania romana había una que llevaba el nombre de los belgas (Belgae), siendo algunas de sus ciudades Magnus Portus (Portsmouth) y Venta Belgarum (Winchester).[5]
Es posible que una rama de los belgas se estableciera en Irlanda, representada por los Builg históricos y los Fir Bolg mitológicos.[6]
[editar] Etimología
El nombre Belgae puede provenir del protocelta *belo ('brillante'), que está emparentado con el inglés bale, el anglosajón bael, el lituano baltas ('blanco' o 'brillante', y origen etimológico de báltico) y el eslavo belo/bilo/bielo/... ('blanco', origen de nombres de ciudades que significan «Ciudad Blanca» como Belgrado, Biograd y Bjelovar), de donde proviene Beltane. Es probablemente que también sea el origen del nombre de los dioses Belenos ('El que ilumina') y Belisama (probablemente la misma divinidad, a partir de *belo-nos).
También se propone la etimología *bel (palabra protoindoeuropeo que significa objeto redondo, inflado, véase «balón») en el sentido figurativo de 'círculo, alianza, ejército' y -*ga ('hombre, guerrero' en galo). Así, bel-gae significaría 'hombres de la alianza' y el origen de la palabra sería galo.[cita requerida] Este significado encajaría con la descripción dada por Julio César.
[editar] Referencias
1. ↑ Julio César, Commentarii de Bello Gallico, 1.1.
2. ↑ Stephen Oppenheimer, The Origins of the British.
3. ↑ Julio César, Commentarii de Bello Gallico, 2.4, 5.2.
4. ↑ Los hallazgos de las excavaciones en Sharsted Court, cerca de Newnham, son posiblemente de origen belga. Véase «History of Doddington». The Doddington Village Appraisal (1997). Consultado el 28 de diciembre de 2007.
5. ↑ Sheppard Frere, Britannia: a History of Roman Britain, 3ª edición, Pimlico, 1987; John Creighton, Coins and power in Late Iron Age Britain, Cambridge University Press, 2000.
6. ↑ T. F. O'Rahilly (1946), Early Irish History and Mythology, Dublin Institute for Advanced Studies, 1946.
Obtenido de «http://es.wikipedia.org/wiki/Belga»
Categoría: Pueblos galos
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Tácito
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Para otros usos de este término, véase Tácito (desambiguación).
Tácito
Gaius Cornelius Tacitus.jpg
Efigie figurada de Tácito
Nombre completo Cornelio Tácito, Cornelius Tacitus
Nacimiento c. 55
Defunción 120
Ocupación Senador, Cónsul, Gobernador, Historiador
Género Historia, Biografía, Oratoria
Movimientos Edad de plata del latín
Cornelio Tácito (Cornelius Tacitus) (c. 55 – 120) fue un historiador, senador, cónsul y gobernador del Imperio romano.
Contenido
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* 1 Biografía
o 1.1 Cronología y origen
o 1.2 Carrera política
o 1.3 Orador e historiador
* 2 Obra
o 2.1 Obras menores
+ 2.1.1 Diálogo sobre los oradores
+ 2.1.2 Vida de Julio Agrícola
+ 2.1.3 Origen y Territorio de los Germanos
o 2.2 Obras Mayores
+ 2.2.1 Las Historias
+ 2.2.2 Los Anales
o 2.3 Método y filosofía de la historia
o 2.4 Estilo
* 3 Véase también
* 4 Obras de Tácito en versión digital
* 5 Bibliografía
* 6 Enlaces externos
[editar] Biografía
Se sabe poco de la biografía de Cornelio Tácito: ni siquiera las fechas y lugares de nacimiento y muerte o su primer nombre (praenomen) (se le han atribuido sin suficientes pruebas los de Gayo y Publio). La mayoría de las referencias sobre su vida provienen de la correspondencia que mantuvo con Plinio el Joven y de sus propias obras.
[editar] Cronología y origen
La fecha de nacimiento se conjetura a partir de la información que da Plinio en Cartas, 7.20. Destaca allí la amistad excepcional que los une y el paralelismo de sus actividades. A la vez informa de cómo él era un jovenzuelo cuando ya Tácito disfrutaba de renombre. De ahí la deducción de que son contemporáneos, si bien Tácito debió haber sido algo mayor. A partir de la fecha de nacimiento de Plinio, en el año 61 ó 62, se puede estimar la fecha de nacimiento de Tácito en torno al año 55. En cuanto a la fecha de muerte, se supone que, si como era su propósito, llegó en su vejez a historiar el imperio de Trajano tuvo que morir ya en tiempos de Adriano, de ahí que la muerte se sitúe en torno al año 120.
A veces se ha pretendido que nació en Interamnum, en Umbría (hoy Terni). La base de esta hipótesis es que Marco Claudio Tácito, emperador efímero que gobernó durante unos meses entre los años 275 y 276, había nacido allí y pretendía ser descendiente del historiador. Otras hipótesis, basadas en la procedencia de algunos de sus íntimos lo hacen originario del norte de la provincia de Italia o incluso de la Galia Narbonense. Nada concluyente, en suma. Una anécdota que narra Plinio (Cartas, 9.23) hace pensar que sus orígenes no eran itálicos, sino provinciales.
Se cree que era de origen ecuestre, pues se lo relaciona con un Cornelius Tacitus de esa clase social al que menciona Plinio el Viejo (7.76) como procurador en la Galia Bélgica. Por su edad, este no podría ser el historiador, pero sí su padre o su tío.
[editar] Carrera política
Hacia el año 77 inicia su carrera política, que habría de ser muy regular. Él mismo (Historias 1.1) cuenta que la comenzó con Vespasiano y fue favorecida sucesivamente por Tito y Domiciano.
En el año 78 se casó con la hija de Agrícola, al que habría de dedicar tras su muerte una monografía. En el año 88 (bajo Domiciano) fue pretor y quindecinviro responsable del culto. Ese año participó en la celebración de los juegos seculares (ludi Saeculares). El año 93 murió Agrícola, mientras Tácito y su esposa estaban ausentes de la ciudad. Tácito (Agricola, 45) afirma que la ausencia duró cuatro años. Esto ha dado pie a algunos a pensar que estaba desempeñando algún cargo administrativo en provincias y se han hecho varias conjeturas carentes de solidez.
Fue consul suffectus en el año 97 (bajo Nerva) para sustituir al cónsul Lucio Verginio Rufo, muerto durante su mandato, cuyo discurso fúnebre se encargó de pronunciar. Más tarde (112-113, bajo Trajano) fue procónsul en Asia.
[editar] Orador e historiador
Su dedicación a la oratoria le ganó muy pronto un alto renombre gracias a su elocuencia. Se había formado en contacto con los mejores abogados de su tiempo. Él mismo afirma (Diálogo sobre los oradores, 2) que en su juventud escuchó con la pasión propia de la edad, tanto en público como en privado, a Marco Apro y Julio Segundo, las luminarias del foro en esos momentos. No han faltado quienes piensen en la posibilidad de que, de la misma forma que Plinio el Joven, hubiera podido ser alumno de Quintiliano. No hay datos que permitan asegurar eso, pero no cabe duda de que los rasgos del propio Diálogo... corresponden con el pensamiento y estilo del gran retor, cuya influencia unida a la de Cicerón es indudable.
No se dedicó a la historia hasta después del año 97, cuando la muerte de Domiciano le permitió expresarse sin temor. Su dedicación a la historia en la madurez, después de la culminación de una importante carrera política, así como el hecho de que su ideología política esté en el fundamento de su obra, lo aproximan al perfil de algunos historiadores republicanos (como César, Salustio). Para el hombre noble de la república había varias formas de servir al estado: la actividad política y la milicia fundamentalmente. Una vez desempeñadas esas actividades, era beneficioso prestar servicios de otro tipo, como explicar los hechos y situaciones por los que había pasado Roma. Era lo que afirmaba Salustio (Guerra de Catilina, 3): «Es hermoso obrar bien con el estado, sin embargo no carece de sentido hablar bien de él además. Es lícito llegar a destacar en la guerra y en la paz». La virtus, el conjunto de características que hacen bueno a un hombre, se basa en el valor durante la guerra. En la paz, escribir historia puede ser también manifestación de esa misma virtus. Tácito, por su pensamiento y biografía, concuerda en gran medida con estos rasgos.
[editar] Obra
No se han conservado discursos de Tácito, por lo que es imposible conocer sus cualidades en el ámbito de la retórica. Existen algunas referencias indirectas. A propósito del discurso fúnebre en honor de Vergino Rufo que se ha citado más arriba, Plinio el Joven (Cartas, 2.1.6) afirmaba que el hecho de que Tácito hubiera hecho muy elocuentemente su alabanza colmaba la fortuna del difunto. Por otra parte, en tiempos de Trajano se le encomendó junto a Plinio el Joven la acusación por concusión contra Mario Prisco, que había sido procónsul de África. En una sesión del Senado que presidía Trajano, que desempeñaba su tercer consulado, pronunció un discurso no solo elocuente sino además solemne (Plinio, Cartas, 2.11.17).
[editar] Obras menores
[editar] Diálogo sobre los oradores
* El Dialogus de oratoribus («Diálogo sobre los oradores»), a pesar del pronunciamiento en contra de algunos estudiosos, se acepta generalmente como obra de Tácito. Es ciceroniano en su concepción y estilo, que se adapta aquí al género y es muy diferente del que el autor emplea en las obras históricas. El asunto tratado en él es la decadencia de la oratoria, que ya se había planteado también Quintiliano en un escrito perdido titulado De causis corruptae eloquentiae (Sobre las causas de la corrupción de la oratoria).
Al comienzo de la obra, en casa de Curiacio Materno, poeta, aparecen reunidos con él otros dos personajes: el orador Marco Apro, y Vipstano Mesala, experto en retórica. La acción se sitúa claramente (capítulo 17) en el año 75. Esta fecha es el término post quem para la datación de la obra. Hay quienes tienden a considerar a partir de este dato que el Diálogo... es obra de juventud pocos años posterior. Sin embargo, por sus relaciones estilísticas y de contenido con las Institutiones oratoriae de Quintiliano y con el Panegírico de Trajano, no faltan quienes opten por una datación más tardía en los primeros años del siglo II.
Materno discute con Apro sobre la primacía de la poesía sobre la oratoria. Luego la discusión se centra exclusivamente sobre la oratoria. Apro defiende la modernidad y asegura que los oradores de su tiempo no tienen que hacer concesiones al antiguo estilo de la oratoria republicana, pues los tiempos han cambiado. Mesala, en cambio, cree en el valor imperecedero de Cicerón y sus contemporáneos. Según él, en el presente la oratoria está en decadencia a causa del abandono del estudio de los viejos oradores en la educación de los jóvenes.
El diálogo acaba con una intervención de Materno, el poeta, quien zanja la cuestión con un acertado criterio histórico: es la diferencia de régimen político la que determina la decadencia de la oratoria. En la República, una época más agitada, era precisa la elocuencia para hacer carrera política y conseguir apoyos en las actividades públicas. Desde que Roma vive en una larga paz y estabilidad gracias al gobierno de los emperadores, no hacen falta buenos oradores. No se puede asegurar que este fuera el punto de vista del propio Tácito, pero, si así fuera, estaría expresado a la vez con una buena dosis de ironía y de prudencia para no irritar al emperador. Lo que se dice entre líneas es que sin un régimen político libre la oratoria pierde su función.
[editar] Vida de Julio Agrícola
* De vita Iulii Agricolae («Sobre la vida de Julio Agrícola»), conocida también con el título abreviado de Agricola, es su primera obra con contenido histórico. Tácito asocia en ella la biografía y la monografía histórica. La parte biográfica en sentido estricto ocupa los primeros capítulos solamente. Dos tercios de la obra están dedicados a las campañas militares y el gobierno de Agrícola en Britania, probablemente lo más importante de las realizaciones del protagonista. Dedica también alguna atención a la etnografía y geografía del país.
La obra fue redactada tras la muerte de Agricola a los 53 años de edad. Por ello sigue en gran medida la tradición del elogio fúnebre (laudatio funebris) tradicional que pronunciaba un familiar en el entierro de los personajes destacados según la tradición romana. Pone su énfasis en las conductas y actuaciones personales de Agrícola que encajan en el marco de la vieja virtus aristocrática.
Tácito no se limita a tratar de la vida, cualidades y hazañas de su suegro. Siempre está presente su propio pensamiento, por lo que nos aporta un reflejo de sí mismo. También dedica su atención a lo que supuso el terrible periodo de gobierno de Domiciano, cuyas ignominias destaca. El final de la obra (cap. 43), en el que Tácito, aunque no lo suscriba, se hace eco del rumor según el cual la causa de la muerte de Agrícola había sido un envenenamiento que podía ser atribuido a Domiciano, sirve para completar la imagen perversa del emperador.
[editar] Origen y Territorio de los Germanos
* De origine et situ Germanorum («Sobre el origen y territorio de los germanos»), conocido también como Germania, describe a los germanos y su país. La monografía tuvo que escribirse muy poco después del primer año del reinado de Trajano (98), que fue también el de su segundo consulado, pues Tácito utiliza esta fecha como referencia para calcular cuánto tiempo había transcurrido desde los primeros ataques de los cimbrios.
La obra es en general muy objetiva. De sus fuentes literarias Tácito solo menciona a César, pero hay que añadir a Plinio el Viejo y a otros historiadores y geógrafos. Además de la información literaria, Tácito, de quien no consta que tuviera conocimiento directo de los pueblos que habitaban Germania, debió de recopilar las narraciones orales de soldados, mercaderes y viajeros que regresaban del otro lado del Rin. Una primera parte del librito se dedica al estudio global de los germanos: geografía física, instituciones, vida privada y cotidiana, aspectos militares, etc. Luego, de forma más detallada, se describen las peculiaridades de cada etnia por separado. Pero no todo es objetividad en la obra.
Tácito no renuncia a reflejar su visión personal de los germanos y sus relaciones con Roma. Su intención es mostrar cómo entre aquellos se seguían cultivando virtudes que en otro tiempo imperaron en Roma. Creía reconocer en ellos los viejos valores de austeridad, dignidad y valor militar que en otro tiempo poseyeron los romanos, pero que habían venido a menos en tiempos posteriores. Tácito ve con simpatía ciertas características de estos pueblos: su primitivismo, proximidad a la naturaleza, pureza y rusticidad. La comparación con la Roma del momento está siempre presente de forma explícita o implícita. Y la vieja Roma no sale bien parada por su espíritu decadente. Sin embargo, no hay que pensar que el autor profesa una admiración acrítica por los germanos: es consciente de sus defectos principales, como eran la afición a la bebida y el juego, la tendencia a la inactividad en tiempos de paz y la tremenda indisciplina militar.
Además veía cómo los germanos constituían un peligro real para Roma, cuyo deterioro moral la incapacitaba para una defensa eficaz. Sus virtudes guerreras los hacían superiores a los ejércitos romanos, preocupados en muchas ocasiones por intereses que nada tenían que ver con la defensa del imperio. Así, en el capítulo 37, donde se ocupa de los cimbrios, revisa todos los contratiempos que Roma había sufrido por su causa desde los primeros ataques del año 113 a. C. No duda en expresar su admiración por ellos cuando los califica de «pueblo pequeño, pero enorme por su gloria»: el pueblo varias veces derrotado, pero nunca sometido.
[editar] Obras Mayores
[editar] Las Historias
* Las Historiae («Historias») narran el periodo que va desde la subida de Galba al poder (68) hasta la muerte de Domiciano (96). El término historiae designa la obra historiográfica que relata acontecimientos de una época más o menos dilatada que acaba en los tiempos en que vive el propio autor. Desde los reinados justos y florecientes de Nerva y Trajano, tiempos «en que se permite pensar lo que quieras y decir lo que pienses» (Anales, 1.1), se anima Tácito a pasar revista a una época ominosa llena de infamia. Sabemos que Tácito trabajaba en ellas durante la primera década del siglo II.
Probablemente constaban de 14 libros. Se han conservado los cuatro primeros y aproximadamente la mitad del quinto. Tienen su origen en la muerte de Nerón en el año 68, durante el cual el imperio pasa por las manos de tres emperadores, Galba, Otón y Vitelio, hasta que la victoria militar de Vespasiano estabiliza la situación con la inauguración de la dinastía Flavia. Lo conservado finaliza con las campañas de Tito contra Jerusalén.
Estos libros primeros parecen contener la base de pensamiento de toda la obra. Fija su atención en el intento de renovación de la libertad tras la muerte de Nerón, pero no se deja arrastrar por el optimismo al juzgar la actitud de las legiones. No cabe pensar que tomaran partido por convertir a sus generales en emperadores por limpio y desinteresado amor a la libertad, sino por afanes más materiales y bastardos. Presenta la influencia política de la corte de Nerón en los hechos que siguieron a su muerte y el empeño de ciertos personajes para no perder situaciones privilegiadas. Destaca la ceguera y crueldad de la lucha civil en este año, hasta el punto de que se violó la santidad del Capitolio que acabó destruido a manos de ciudadanos.
Vespasiano puso orden en ese fatídico año de los cuatro emperadores. Tácito revela cómo, tras la propaganda flavia, que justificaba su asalto al poder bajo el título de amor a la patria, se oculta en realidad una enorme ansia de poder. El autor es muy consciente de que el centro de gravedad del poder romano se ha desplazado ya fuera de la urbe y que «podía hacerse un príncipe en cualquier lugar distinto de Roma» (Historias, 1.4.2). Todo ello gracias a que las legiones eran más propicias a servir a sus jefes, si ellos les dan posibilidad de obtener beneficios, que a asumir desinteresadamente las tarea de la defensa del estado. Por otra parte, en las provincias despierta un sentimiento el poder y ciertas ansias de libertad. Tácito trata de desenmascarar a las personalidades conductoras de la política y sus móviles para encontrar las causas reales de los acontecimientos.
[editar] Los Anales
* Los Annales tienen como título completo Annalium ab excessu divi Augusti libri («Libros de anales desde la muerte del divino Augusto»). San Jerónimo escribe de Tácito que «refirió la vida de los césares en treinta libros desde Augusto a Domiciano.» De ello se desprende que las dos obras fundamentales, Annales e Historiae, formaron una secuencia sin solución de continuidad. Si las Historiae cubrían desde Galba a Domiciano, los 16 libros de los Annales recogen la historia inmediatamente anterior, desde la muerte de Augusto a la de Nerón. Pero no ha de olvidarse que se trata de dos obras distintas en su planificación y desarrollo. En Annales 16 libros cubren 54 años, mientras que los 14 de Historiae habían servido para historiar solo 27. Es evidente, pues, que la narración es mucho más detallada en las Historiae, quizá por la mayor proximidad de los hechos que en ellas se tratan. Es significativo que en ellas los cuatro primeros libros se dediquen a un solo año, el 86, aunque es muy cierto que la densidad de acontecimientos vivida en él exigía el uso de una escala mucho mayor que la que se precisaría en otros momentos.
Como siempre, los poquísimos datos de que disponemos son muy imprecisos. Hay un pasaje en la propia obra que da una pista. En 2.61 se hace mención de «...el imperio romano, que ahora se extiende hasta el Mar Rojo», donde con este nombre hay que entender que se refiere al Golfo Pérsico. De este dato podría inferirse que los Anales se comenzaron a escribir inmediatamente después de la conquista de Mesopotamia el año 114. La obra se acabaría ya en tiempos de Adriano en fecha próxima a la muerte del escritor.
De Annales se nos han conservado los cuatro primeros libros, el comienzo del quinto, el sexto, con excepción de su comienzo, y luego los libros XI a XVI con lagunas a principio y fin. Los seis primeros están dedicados al reinado de Tiberio. En la segunda parte conservada se incluyen los reinados de Claudio desde el año 47 y de Nerón hasta el 66.
Como género historiográfico, los anales se caracterizaban por referirse a hechos alejados del tiempo vivido por su autor. Los hechos se disponían anualmente, de ahí su nombre. Aunque los Anales de Tácito se organicen de esta manera, trascienden el género analístico, pues se plantean miras muchos más amplias, relacionadas con las causas y efectos de los acontecimientos y la influencia en ellos de los rasgos de carácter y las pasiones de sus protagonistas. En este sentido, tienen mucho de biografía, ya que el retrato psicológico ocupa un espacio importante en la obra. La primera parte contiene un soberbio —y tendencioso— retrato de Tiberio. En la parte final los personajes de Nerón y Agripina compiten por el poder y crean una situación en la que ya no caben hombres como Lucio Anneo Séneca, quien con sus doctrinas estoicas tanto había contribuido a temperar las conductas del emperador.
[editar] Método y filosofía de la historia
Tácito es riguroso en el empleo de la documentación. Recoge la información que le proporcionan los historiadores anteriores (Aufidio Baso, Cluvio Rufo, Plinio el Viejo, Fabio Rústico y otros), memorias de personajes (las de Agripina, por ejemplo) y testimonios orales; recurrió también a los Acta diuturna populi Romani («Crónicas del pueblo romano»), que constituían una especie de diario oficial de Roma, y a los archivos del senado. Aunque trate de usar sus fuentes con imparcialidad, su fuerte personalidad acaba imponiéndose, con lo que triunfa la subjetividad. Los componentes filosóficos (sobre todo estoicos) e ideológicos acaban siempre por teñir cuanto narra.
Casi toda su obra está dominada por el empeño de destacar las infamias cometidas por la mayoría de los emperadores desde la muerte de Augusto a la de Domiciano. Este recurso le sirve para resaltar más los méritos de Nerva y Trajano. Tácito no es un buen conocedor de la milicia, de la administración ni de la economía. En su carrera política, de hecho no le fueron nunca encomendadas actividades bélicas. Por ello su estudio es desigual: se interesa sobre todo por los aspectos psicológicos y dramáticos. Se ocupa de la corte imperial, que ofrece una rica materia para el análisis moral.
Su filosofía política presenta vacilaciones. No se decide a escoger entre la antigua noción romana del estado senatorial oligárquico, dirigido por «los mejores» y la idea helenística de un estado regido por un monarca. Con todo, sus tendencias estoicas parecen llevarlo a desconfiar de la solidez moral de un modelo político basado en las decisiones (y, por tanto, la arbitrariedad) de un solo hombre. En numerosas ocasiones parece añorar la vieja república y su concepto de libertad, aunque sus pronunciamientos en este sentido estén camuflados lo necesario para no resultar molestos al régimen imperial.
[editar] Estilo
Es característico de Tácito el extremo cuidado del estilo. Su lenguaje es acerado, de construcción breve, muy sintético, dado a la braquilogía. Huye de los periodos cuidadosamente organizados y busca la asimetría. Todo ello hace muy densa su expresión, de un barroquismo conceptista en el que la agudeza de la idea prima sobre cualquier tendencia ornamental. No duda en emplear neologismos. Su principal modelo estilístico es Salustio, aunque, en contra de lo que hacía aquél, esquiva cualquier rasgo de arcaísmo: muy al contrario, su intención artística se canaliza en una consciente busca de la modernidad. Los rasgos del lenguaje de Tácito mencionados lo llevan en ocasiones a un tipo de narración de pincelada grande y suelta, donde se estimula la imaginación del lector para que supla lo no explicitado.
Tácito considera que los depositarios del poder son los protagonistas de la historia. En consecuencia da gran importancia al retrato, en el que destaca los componentes psicológicos y morales. Es poderosísimo, por ejemplo, el retrato de Tiberio contenido en la primera parte de los Anales. Tácito ha sido capaz de imponer, a veces por encima de los propios hechos, su visión del personaje.
Siempre trata de crear un clima dramático, para lo que usa las acciones humanas individuales y los hechos producto del azar. Aunque trate de documentarse y en general respete los hechos, su interés siempre tiende a la creación de imágenes poderosas, en las que impone sus propias convicciones. No duda para lograr el efecto deseado en reproducir rumores que él mismo asegura que no tiene comprobados. Aunque establezca una duda sobre ciertos datos, el simple hecho de mencionarlos está influyendo en el lector, cuya posición se ahorma según las intenciones del autor. La imagen, pues, se instala por encima de los argumentos racionales y permanece. Por ejemplo, la que transmitió del incendio de Roma, la conducta de Nerón y la ulterior persecución de cristianos (Anales, 15.44) ha creado la iconografía más arraigada para estos hechos: la que se ha instalado en la literatura y en el cine. Tácito no se entretiene en probar la perversidad de Nerón: bastan unas pocas pinceladas tremendistas, solamente media página, para cubrirlo de oprobio.
[editar] Véase también
* Suetonio
[editar] Obras de Tácito en versión digital
* CORNELIO TÁCITO, Diálogo sobre los oradores.
Editor Sir W. Peterson, Londres, Heinemann, 1914. The Latin Library (comprobado 17-05-2009.
Editor H. Furneaux, Oxford, Clarendon Press, 1900 Perseus Project (comprobado 17-05-2009.
* CORNELIO TÁCITO, Agrícola.
Edición no especificada. The Latin Library (Comprobado 17-05-2009.
Edición H. Furneaux, Oxford, Clarendon Press, 1900. Perseus Project (Comprobado 17-05-2009.
* CORNELIO TÁCITO, Germania.
Editor D. R. Stuart, New York, Mcmillan, 1916. The Latin Library (comprobado 17-05-2009.
Editor H. Furneaus, Oxford, Claredon Press, 1900. Perseus Project (Comprobado 17-05-2009.
* CORNELIO TÁCITO, Historias.
Edición no especificada. The Latin Library (comprobado 17-05-2009.
Editor Ch. D. Fisher, Oxford, Clarendon Press, 1911. Perseus Project (comprobado 17-05-2009.
* CORNELIO TÁCITO, Anales, ed. Ch.D. Fisher, Oxford, Clarendon Press, 1906.
The Latin Library (comprobado 17-05-2009.
Perseus Project (comprobado 17-05-2009.
[editar] Bibliografía
* Fuentes antiguas
o CORNELII TACITI, Opera minora, eds. M. Winterbottom y R. M. Ogilvie, Oxford, Clarendon Press, 1975, ISBN 0-19-814658-2.
o CORNELII TACITI, Historiae, ed. E. Koestermann, Leipzig, Teubner, 1969 (Madrid, Coloquio, 1988), ISBN 84-86093-67-8.
o CORNELII TACITI, Annalium ab excessu divi Augusti libri, ed. C. D. Fisher, Oxford, Clarendon Press, 1976, ISBN 0-19-814633-7.
o C. PLINI CAECILI SECUNDI, Epistularum libri decem, ed. R. A. B. Mynors, Oxford, Clarendon Press, 1963.
* Ediciones de la obra de Tácito
o CAYO CORNELIO TÁCITO, Anales. Obra completa:
+ Libros I-VI, Editorial Gredos: Madrid, 1991 [1ª edición, 4ª impresión]. ISBN 84-249-3523-3.
+ Libros XI-XVI, Editorial Gredos: Madrid, 1986 [1ª edición, 3ª impresión]. ISBN 84-249-3544-6.
o CAYO CORNELIO TÁCITO, Agrícola. Germania. Diálogo sobre los oradores, Editorial Gredos: Madrid, 1988 [1ª edición, 3ª impresión]. ISBN 84-249-0067-7.
* Bibliografía sumaria
o J. BAYET, Literatura latina, Esplugues de Llobregat, Ariel, 1972.
o E. BICKEL, Historia de la literatura romana, Madrid, Gredos, 1982, ISBN 84-249-0853-8.
o L. BIELER, Historia de la literatura romana, Madrid, Gredos, 1972.
o K. BÜCHNER, Historia de la literatura latina, Barcelona, Labor, 1968.
o M. P. CHARLESWORTH y G. B. TOWNEND, «Tacitus, Cornelius» en N. G, L. Hammond y H. H. Scullard eds. The Oxford Classical Dictionary, Oxford, Clarendon Press, 1978, ISBN 0-19-869117-3.
o F. R. D. GOODYEAR, «Historia y biografía» en E. J. Kenney y W. Clausen, eds. Historia de la literatura clásica (Cambridge University), II. Literatura latina, pp. 698 ss., Madrid, Gredos, 1989, ISBN 84-249-1402-3.
o G. LONG, «Tacitus, C. Cornelius» en W. Smith, editor, A Dictionary of Greek and Roman biography and mithology vol. III, Boston, Little, Brown and co., 1867. Una versión digital de esta obra (Universidad de Michigan).
o I. MORENO, «Historia y biografía» en C. Codoñer, editora, Géneros literarios latinos, Salamanca, Universidad, 1987, ISBN 84-7481-458-8.
o A. ROSTAGNI, Storia della letteratura latina, vol. III, Turín, Unione Tipografico-Editrice, 1964.
[editar] Enlaces externos
* Colabora en Commons. Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Tácito. Commons
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* Colabora en Wikiquote Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Tácito. Wikiquote
* De las costumbres, sitios y pueblos de la Germania
* Los Anales de Tácito — Biblioteca Virtual Antorcha
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